Tejer historias positivas
El día 24 de mayo, solemnidad de la Ascensión, tendrá lugar la LIV edición de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El Papa a través de su mensaje publicado en la fiesta de San Francisco de Sales, reflexiona con los periodistas y con las personas vinculadas al ámbito comunicativo sobre su trabajo y misión. En el mensaje que lleva por lema: “Para que puedas contar y grabar en la memoria (cf. Ex 10,2). La vida se hace historia”, subraya el precioso patrimonio de la memoria en la comunicación, y pide a los periodistas, “tejer historias que construyan, no que destruyan”.
Otros años nos alegraba tener un encuentro con los comunicadores en ese ambiente informal que facilita la conversación y el compartir. Este año, por las circunstancias sabidas, no es posible una reunión de esas características, pero quiero transmitiros a todos cuantos hacéis posible esa comunicación social en nuestra Archidiócesis mi cercanía, mi reconocimiento y mi gratitud por vuestro trabajo. Estáis ofreciendo un servicio esencial en estos momentos de incertidumbre por la pandemia, aportando luz a través de la objetividad y la imparcialidad, frente a la oscuridad de tantas falsas noticias, rumores sin fundamento o bulos no bien intencionados. Os agradezco la atención que estáis prestando a la tarea de Cáritas y a la de tantas parroquias, con sus sacerdotes, sus voluntarios y sus agentes de pastoral, porque la Iglesia no ha estado cerrada nunca. Quizá algunos templos estuvieran en estos meses entreabiertos, pero las puertas de la Iglesia diocesana han seguido abiertas de par en par, acogiendo a cuantos se acercaban necesitados material o espiritualmente.
“En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”, escribe el papa Francisco, homenajeando a la tradición viva de la palabra que ha configurado los relatos que nos han hecho más humanos. “El hombre no es solamente el único ser que necesita vestirse para cubrir su vulnerabilidad (cf. Gn 3,21), sino que también es el único ser que necesita “revestirse” de historias para custodiar su propia vida. No tejemos sólo ropas, sino también relatos: de hecho, la capacidad humana de “tejer” implica tanto a los tejidos como a los textos”.
En esta historia del hombre y de la palabra, del relato y de su difusión no faltan momentos duros y críticos, en los que se constata que el trigo y la cizaña crecen a veces juntos, pudiendo tejerse historias destructivas. “A menudo, indica el Papa, en los telares de la comunicación, en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia. Recopilando información no contrastada, repitiendo discursos triviales y falsamente persuasivos, hostigando con proclamas de odio, no se teje la historia humana, sino que se despoja al hombre de la dignidad”. Y en esa reflexión nos habla de la historia que transmite la Palabra de Dios, porque la “Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad. En el centro está Jesús: su historia lleva al cumplimiento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios”.
Es este un mensaje de salvación, un relato verídico, una historia de vida porque “el Dios de la vida se comunica contando la vida”. Es una historia que nos implica a todos, que nos renueva, que nos envuelve y que atrae nuestra atención; un relato que atraviesa el tiempo y se instala en la dimensión de lo trascendente, a pesar de que muchas, la mayoría de las historias humanas, permanecen en el anonimato. “Cada historia, incluso la más olvidada, incluso la que parece estar escrita con los renglones más torcidos, puede volverse inspirada, puede renacer como una obra maestra, convirtiéndose en un apéndice del Evangelio… Cuando rememoramos el amor que nos creó y nos salvó, cuando ponemos amor en nuestras historias diarias, cuando tejemos de misericordia las tramas de nuestros días, entonces pasamos página. Ya no estamos anudados a los recuerdos y a las tristezas, enlazados a una memoria enferma que nos aprisiona el corazón, sino que abriéndonos a los demás, nos abrimos a la visión misma del Narrador”.
Inmenso valor el de la palabra, que transmite pensamiento y sentimiento humanos y que expresa lo que piensa y siente el ser humano, siempre en busca de la verdad. La palabra humana, la historia, es capaz de vislumbrar el sentido profundo de la realidad y de acercarse a la dimensión creadora de la Palabra divina. Cristo es Verdad y Palabra. En Él se expresa la acción creadora de la Palabra. Con su auxilio, el pensamiento, el lenguaje, y la palabra humanos se aventuran en el conocimiento y expresión de la verdad oculta de las cosas y se sumergen en la contemplación del mismo misterio divino.
Pido a Cristo, que es Luz y Verdad, por quienes trabajáis en el campo comunicacional, para que Él ilumine vuestro trabajo a la hora de escribir “historias” en vuestros medios repletas de verdad, de humanidad y de apertura a la dimensión espiritual. Que el Apóstol Santiago, preparando la celebración del Año Santo 2021, y nuestra Madre Santa María os ayuden. Con cordial afecto y bendición en el Señor,
Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.