Carta Pastoral en el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar 2019

“Un laicado en misión…
Preparando el Congreso Nacional de Laicos”

Queridos diocesanos:

La Jornada del Apostolado Seglar es una ocasión providencial para animar el quehacer evangelizador de los laicos en nuestra Iglesia diocesana, asumiendo la misión que el Señor os ha confiado. El Plan Pastoral actual de la Conferencia Episcopal Española con el título: Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo, se inspira en la llamada a la conversión misionera que el papa Francisco hacía: “Cada Iglesia particular, porción de la Iglesia católica bajo la guía de su obispo, también está llamada a la conversión misionera… En orden a que este impulso misionero sea cada vez más intenso, generoso y fecundo, exhorta también a cada Iglesia particular a entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma” (EG 30). Ya el Concilio Vaticano II nos dejaba esta bella reflexión: “El apostolado de los laicos es la participación en la misma misión salvífica de la Iglesia… Así, pues, todo laico, por los mismos dones que le han sido conferidos, se convierte en testigo e instrumento vivo a la vez, de la misión de la misma Iglesia en la medida del don de Cristo (Ef 4,7)” (LG 33).

El laicado diocesano.

Mirar al Pueblo de Dios, es recordar que todos ingresamos a la Iglesia como laicos. El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos es el bautismo… Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces en nuestro bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizado laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar.  Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una elite de sacerdotes, de los consagrados, de los  obispos, sino que todos formamos el santo Pueblo fiel de Dios[1]. Desde esta conciencia percibimos en la vida diocesana que no pocas personas bautizadas viven la fe con coherencia, sinceridad y fidelidad al Señor, la van purificando, dan testimonio de ella en su  familia y en su entorno, lejos de rutinas insípidas, y dedican una parte de su tiempo a trabajar por el bien y el servicio a la comunidad cristiana. Me preocupa también la actitud de quienes no celebran su fe y se van distanciando silenciosamente de las prácticas religiosas. Sabemos que la fe no se hereda. Es un don de Dios que hemos de acoger y hacer fructificar. No somos cristianos por nacimiento. Es necesario ayudar a despertar la fe en quienes parece que está dormida.

¿A qué nos llama el Espíritu Santo hoy?

El Papa Francisco nos anima en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, a vivir la alegría de la fe y a hacer de ésta la razón de nuestra plenitud vital. “Invito a cada cristiano, escribe el Papa, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor. Nos da confianza el saber que el Señor hace el camino con nosotros ya que la obra es ante todo de Él, más allá de lo que podamos descubrir y entender. Jesús es el primero y el más grande evangelizador. En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu”.

La tarea evangelizadora es un desafío con no pocas exigencias pero gratificante. La Palabra de Dios nos ilumina para salir de caminos ya trillados y descubrir en la vida el misterio del dolor y la fuerza vital de la resurrección. Nuestra Iglesia diocesana es testigo de que miles y miles de peregrinos de toda edad y condición, dejando atrás la rutina que asfixia el alma, se hacen peregrinos para compartir su fe y sus esperanzas más profundas. No confundamos la vida cristiana con las técnicas que podamos emplear. Los ejes de la misma son la Eucaristía, el conocer a Cristo, la opción preferencial por los pobres, el compartir la propia existencia con los demás, y la acción misionera. Hay que volver al hecho cristiano fundamental, identificándonos con la persona y la historia de Jesús. La Iglesia ha de estar atenta a cuanto se mueve en la sociedad civil para ofrecerle su propuesta. El cristianismo ha de entrar en diálogo con quien espera. Los laicos en la nueva etapa de la Iglesia han de dialogar a través de su testimonio, con este mundo siempre en búsqueda e inquieto.

“Haced lo que Él os diga”.

También María nos dice a nosotros, servidores de la alegría del evangelio, vino nuevo de las bodas de Cristo con su Iglesia, lo que les dijo a los servidores del que iba ser el vino bueno en Caná.  Pongamos ante el Señor los cántaros del agua de nuestras inquietudes, sabedores de que es él quien hará de nuestras realidades precarias y débiles esperanzas el milagro de la alegría en plenitud. Nuestra aportación es necesaria. Es frecuente en los ambientes eclesiales pronunciamientos clarividentes sobre lo que hay que hacer pero esperando siempre que sean otros los que carguen con los cántaros llenos de agua. Conscientes de esta esterilizante inhibición, os pido que os decidáis a poner sujeto activo a esas frases impersonales, pues a todos se nos confía el anuncio del evangelio y el testimonio de nuestra fe. Este llamamiento a la implicación parroquial va dirigido a todos pero especialmente a los miembros de la Acción Católica y de todos los movimientos y asociaciones apostólicas, dando testimonio de fe, esperanza y  caridad.

El gozo pascual nos motiva a revisar la vitalidad de nuestro laicado, el “apostolado seglar”, y desde ahí tomarle el pulso a la tarea evangelizadora diocesana, preparando también desde nuestra Diócesis el Congreso nacional de Laicos. En oración con María y el apóstol Santiago, pedimos que el Señor envíe su Espíritu Santo sobre nosotros. Os saluda y bendice en el Señor.

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

 

[1] Carta del Papa Francisco al Cardenal Marc Ouellet. 19 de marzo de 2016.