Queridos diocesanos:
El Papa nos ha invitado a participar en la jornada especial de oración y de ayuno por la paz para el próximo 23 de febrero, viernes de la primera semana de Cuaresma. El 4 de febrero en el Angelus hacía referencia a los lugares en el mundo afectados por conflictos bélicos, y concretamente aludía a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur. El Sucesor de Pedro nos invitaba a orar y ayunar para que se pongan fin a estas situaciones conflictivas. Tal vez podamos pensar que son lugares lejanos pero la oración llega a Dios que vela con providencia amorosa de sus hijos y nosotros podemos dar el testimonio de decir “no” en lo que de cada uno dependa a cualquier tipo de violencia. La invitación la hacía llegar también a los no católicos y no cristianos para que se unieran de la forma que consideraran más apropiada.
Sabemos que “nada que afecte a los demás, a nosotros nos puede ser ajeno”. El mensaje cristiano de esperanza en medio del sufrimiento nos urge a trabajar por la paz y a construir la civilización del amor donde el diálogo, la reconciliación, el perdón, la libertad, la justicia y la solidaridad son dimensiones convergentes en este propósito. Son acuciantes las palabras del profeta Isaías: “De las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra”. Es una necesidad y un deber luchar contra el mal. Esto urge a los cristianos y a todo hombre de buena voluntad, pues Cristo nació, murió y resucitó por todos.
Crucemos las fronteras de nuestra pasividad e insensibilidad y sumerjámonos en el dolor y sufrimiento de tantos hermanos nuestros, participando vivamente en esta jornada de oración y penitencia. No debemos desoír esta llamada. La solidaridad de la familia humana es camino para la paz.
Os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.