El arzobispo dice que la Vida Consagrada está llamada a ser “Arca de Noé” para salvar a las personas del “diluvio del egoísmo y del sálvese quien pueda”

  • Carta Pastoral de monseñor Julián Barrio para la Jornada que se celebrará el próximo día 2 de febrero

 El próximo día 2 de febrero se celebrará la Jornada de la Vida Consagrada, un día con el que la Iglesia pretende dar a conocer y valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca y dedicar su vida a Él. Con este motivo, el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio ha escrito una carta en la que se dirige a los miembros de la Vida Consagrada: “la Vida Consagrada es parábola de fraternidad en un mundo herido, como indica el lema para esta Jornada. Considero que en estas circunstancias de manera especial, queridos consagrados, estáis llamados a ser ese Arca de Noé, que acoja a tantas y tantas personas que pueden ahogarse en el diluvio del egoísmo y del sálvese quien pueda, del anonimato y de la indiferencia”, dice el arzobispo.

En la misma carta, el arzobispo señala que “detrás de vosotros y vosotras, hay una larga y benéfica historia que la Vida Consagrada ha ido tejiendo con los hilos de la fe, la esperanza y la caridad, y que le estáis dando continuidad en este momento no fácil que nos está tocando vivir con motivo de la pandemia y de la crisis sanitaria y económica más allá de la crisis antropológica que está subyacente en nuestras formas de vida”

Más adelante, monseñor Barrio indica que “la fraternidad es poner nombre y apellidos a tantas personas que en el día a día nos pasan desapercibidas. La Vida Consagrada ha de llevarles esa rama de olivo que es como una caricia de la Providencia divina y una señal de liberación”. En el mensaje que dirige el arzobispo de Santiago a los miembros de la Vida Consagrada se añade también, tras recordar que estamos en Año Santo Compostelano que “la Iglesia que peregrina en Santiago de Compostela os acompaña, queridos miembros de Vida Consagrada, con la estima, el afecto y la oración dando gracias a Dios por este don inapreciable y pidiendo que el Señor os conceda la fuerza necesaria con su Espíritu para realizar la misión que se os ha encomendado, vendando como buenos samaritanos las heridas a tantos apaleados y medio muertos que encontramos en el camino (cf. Lc 10,30-37), y acompañándolos a la Iglesia, hospital de campaña, con los denarios del Espíritu que habéis recibido”.

El lema elegido para la celebración de este año es: “La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido”.