El arzobispo recuerda en una Carta Pastoral a los “abuelos que murieron en la pandemia”

  • Asegura que son “muchos los nietos que los llevan en su corazón haciendo el camino de Santiago por ellos” y dice que son “el gran crisol del amor de la familia”.

“En este Año Santo Compostelano y con tantos sentimientos en esta historia del coronavirus recordamos a tantos abuelos que murieron en la pandemia. Son muchos los nietos que los llevan en su corazón haciendo el camino de Santiago por ellos”. Así comienza la Carta Pastoral que ha hecho pública hoy el arzobispo, monseñor Julián Barrio, ante el Día de los Abuelos, que la archidiócesis compostelana festejará el próximo día 26 de julio, lunes.

En el texto, el arzobispo señala que “no ignoramos lo importantes que son los abuelos, “testigos del pasado e inspiradores de sabiduría para las nuevas generaciones”, en la formación y en la educación dentro de la escuela familiar donde son maestros de la comprensión y del afecto, de la fe y de la oración, en el aconsejar y en el consolar”. Para monseñor Barrio es “una imagen entrañable encontrar a los abuelos por nuestras calles acompañando a los nietos, ya sea camino a casa, a la Iglesia o al colegio, o sencillamente dando un paseo. Una imagen llena de serenidad y ternura, de confianza y esperanza”.

También recuerda el arzobispo que “los abuelos son el gran crisol del amor de la familia. En este escenario desempeñan un papel importante, y no deben ser considerados como un peso inútil, ni tampoco deben ser contemplados sólo como “objeto de atención, cercanía y servicio”.

Para monseñor Barrio es preciso valorar la presencia de los abuelos “como transmisores de una sabiduría que va más allá de una simple cultura. En la historia de todos los pueblos y en el sentir de todas las generaciones, están aureolados por el prestigio y rodeados de veneración”.

En esa línea, el arzobispo pide a todos que acojan a los abuelos, que sean solidarios con ellos y que les ofrezcan “todo nuestro apoyo, colaborando a su calidad de vida”.

“En los abuelos”, finaliza la carta, “percibimos la paz y la armonía que las destroza no el dolor sino el desamor. Ayudemos a nuestros abuelos no a recordar sino a seguir viviendo mientras caminan hacia la plenitud de la felicidad. Los encomendamos a San Joaquín y a Santa Ana, abuelos de Jesús”.