El Nuncio habló en la jornada de clausura del Congreso de Acogida Cristiana en el Camino sobre los retos pastorales de la Iglesia española

  • El obispo auxiliar, monseñor Francisco J. Prieto,dijo que tras la dura prueba de la pandemia, habrá que superar “rutinas que paralizan y discursos que desgastan los ánimos y cierran los oídos del corazón”

El Nuncio de Su Santidad, monseñor Bernardito Auza, participó este pasado sábado en la sesión de clausura del IX Congreso de Acogida Cristiana en el Camino, pronunciando una conferencia sobre Retos pastorales de la Iglesia en España. Las conclusiones del encuentro fueron glosadas por el delegado de Peregrinaciones, Segundo L. Pérez López. Y en el cierre de los trabajo estuvo presente el deán de la Catedral, José Fernández Lago. Deán de la Catedral de Santiago, así como Ildefonso de la Campa Montenegro, Director de administración y relaciones con las asociaciones de amigos del Camino de Santiago. S.A. de Xestión do Plan Xacobeo.

Las últimas palabras corrieron a cargo del obispo auxiliar de Compostela, monseñor Francisco José Prieto Fernández, quien evocó cuál era la situación de la ciudad y la peregrinación al comenzar a residir en Santiago tras su ordenación episcopal: “Veía”, dijo, “unas calles habitadas por el vacío y el silencio. Poco a poco, las pisadas de los peregrinos comenzaron a sentirse llegar y sus preguntas me sorprendían al interrogarme por la Puerta Santa o el acceso a la Catedral. Pronto fui consciente de un Camino que tiene Meta: la cripta en la que se veneran los restos de Santiago el Zebedeo. Una meta de espacio y tiempo desde la que el Apóstol nos invita a una Meta cuyo nombre es Cristo, al que se encuentra al recorrer los caminos de la historia y de la vida de los hombres”.

El obispo auxiliar indicó en su intervención que la esperanza, según explicaba Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi, en sentido cristiano es “siempre esperanza para los demás. Y es esperanza activa, con la cual luchamos para que las cosas no acaben en un «final perverso». Don Francisco explicó que “las plabras del papa Benedicto sitúan la esperanza en un doble horizonte, en el de Dios, en la apertura a la trascendencia; y en los otros”. De ahí, según monseñor Prieto, que debamos “aprender a tejer entre todos los hilos invisibles del encuentro, del acompañamiento, de la acogida, de la cercanía y de la solidaridad”.

Don Francisco comentó que, tras la dura prueba de la pandemia, habrá que superar “rutinas que paralizan y discursos que desgastan los ánimos y cierran los oídos del corazón. Son tiempos de oportunidad y de compromiso, de ponerse manos a la obra: aprender la gramática de la simplicidad, y no instalarnos en el reino de la retórica, acoger el ritmo de la espera, acompañar a los afectados por esta dura crisis sanitaria y social, recuperar las entrañas de misericordia, seguir hospedando al peregrino”.

“Todos tenemos por delante, como don y tarea, un reto y una oportunidad que no podemos desaprovechar, con el convencimiento de que tenemos algo valioso que ofrecer, porque nuestra esperanza está puesta en Cristo”, apuntó el obispo auxiliar, quien animó a todos cuantos trabajan en la Acogida Cristiana en el Camino a recordar que «estamos llamados a ser personas-cántaros para dar de beber a los demás, personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza» (EG 86)”.