El sábado 28 de enero tuvo lugar en Madrid la Asamblea de la Conferencia Episcopal Española, dentro de la etapa continental del Sínodo sobre la sinodalidad. El arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Julián Barrio, y el vicedelegado de apostolado seglar de la Diócesis, Alfredo Losada, participaron en este encuentro.
A destacar dos saludos iniciales, que en cualquier otra ocasión podrían pasar desapercibidos, pero que por su ardor evangélico y su pasión sonaron a impulso misionero.
El cardenal Omella resaltó el momento histórico apasionante del sínodo convocado por el papa Francisco, haciendo una similitud entre el proceso sinodal iniciado y el Camino de Santiago, con la alegría de caminar juntos, pero al mismo tiempo resulta costoso.
El presidente de la CEE insistió en que el Espíritu Santo es como el pegamento que nos une, y que nos hace agentes de comunión, y aunque hay resistencias y voces contrarias, las voces no hunden, no puede hundirse Jesús en el lago del mundo.
Asimismo, mostró una adhesión plena y manifiesta a caminar con el sucesor de Pedro.
También monseñor Luis Marín, subsecretario de la secretaria del Sínodo, llamó la atención sobre el tiempo de esperanza que vivimos, siendo la sinodalidad un proceso hacia la coherencia como cristianos y un impulso a la misión.
Animó a recuperar la fraternidad cristiana, que emana del bautismo, y que el insulto, la agresividad y el desprecio atentan contra la comunión, de ahí que afirmase que la revolución pendiente en la Iglesia es la del amor, concluyendo con el imperativo: sed valientes, sed generosos.
Posteriormente, laicos del equipo sinodal de la CEE presentaron un documento de síntesis para la etapa continental europea, fruto de las síntesis enviadas por casi todas las Diócesis españolas.
Se destacaron las siguientes prioridades: potenciar la acogida en nuestras comunidades, de forma que sean espacios integradores; promover la corresponsabilidad, real y efectiva, del pueblo de Dios, superando el clericalismo; reconocer definitivamente el papel de la mujer en la Iglesia y fomentar su participación en todos los niveles de la vida eclesial; articular la integración y participación de los jóvenes en nuestras comunidades; dinamizar la formación en cuestiones fundamentales de nuestra fe, específicamente en materia de doctrina social de la Iglesia; fomentar el diálogo con el mundo y la cultura; cuidar la liturgia como expresión de una de viva, consciente y activa.
A media mañana hubo una reunión en 12 grupos, donde se subrayaron aspectos de la síntesis y se comentaron aspectos a matizar o lagunas detectadas, realizándose esta tarea mediante el método de la conversación espiritual.
Destacar la apreciación de que la sinodalidad es un don del Espíritu y como tal debemos acogerlo, así como que el proceso sinodal debe llevar a que personas y estructuras eclesiales se dinamicen con espíritu de corresponsabilidad real. Además, destacar la importancia de que la comunión debe llevar a la misión, a la construcción del reino.
Alfredo Losada