El arzobispo recuerda especialmente a los niños y niñas que “se preparan para hacer la primera comunión en esta situación atípica”

  • Monseñor Barrio presidió la solemnidad del Corpus Christi, recordando la dimensión caritativa y el trabajo de la Iglesia por la justicia

El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, presidió hoy domingo, solemnidad de Corpus Christi, la Eucaristía que se celebró en la Iglesia compostelana de San Francisco. Fue una ceremonia sencilla y sobria, al final de la cual se realizó una procesión con el Santísimo por el interior de la Iglesia, llevando el arzobispo la Custodia. Al comienzo de su homilía, monseñor Barrio aludió a los niños, que siempre son protagonistas en las tradicionales procesiones con el Santísimo: “Mi recuerdo especial para los niños/as que se preparan para hacer la primera comunión en esta situación atípica que vivimos”.

El arzobispo compostelano también resaltó la dimensión caritativa de esta jornada, con especial relevancia para Cáritas. “Día a día”, recordó monseñor Barrio, “nos encontramos con los necesitados, que denuncian el egoísmo y la indiferencia. Cuando no se respeta la justicia y no se vive la caridad, nos evadimos en auto-justificaciones. Alimentarnos de la Eucaristía nos compromete a aceptarnos y comprendernos, perdonarnos y amarnos, construyendo un mundo más justo, solidario y fraterno, unidos con Cristo y entre nosotros”.

“A Cristo”, continuó el arzobispo, “hemos de reconocerlo en el rostro de nuestros hermanos. Su presencia real ha de llegar como sanación, consuelo, verdad y libertad a todos los que sufren en el alma o en el cuerpo. Celebrar el Día de la Caridad es asumir la propuesta que Dios nos hace de vivir como hermanos desde la gratuidad y donación, la acogida y la hospitalidad, el respeto y la comprensión. Estoy a la puerta y llamo, dice el Señor. Nos llama en cualquiera de los descartados de nuestra sociedad”.

Monseñor Barrio dijo, además, que “na Eucaristía encontramos a raíz de toda a acción caritativa e social e a forza para motivala e sostela na nosa existencia. A nosa vitalidade cristiá depende da Eucaristía e está esencialmente vinculada a ela de tal forma que sen vida eucarística non pode haber senón aparencias ou convencionalismos de vida cristiá”.

La bendición con el Santísimo puso fin a la celebración de esta solemnidad de Corpus Christi.