Julián Barrio: “El Camino de Santiago es ante todo un camino de fe”

El arzobispo, monseñor Julián Barrio, concedió esta entrevista que publica “Astorga Digital/Diario de Astorga” antes de su ingreso en el Hospital Clínico Universitario de Santiago. Por su interés la reproducimos a continuación.

El pasado día 30 de diciembre se abrió la puerta Santa de la Catedral de Santiago de Compostela, que dio inicio al Año Santo que, en esta ocasión y de una manera excepcional y única, ha sido prolongado por el Papa Francisco hasta finales de 2020.

De este y de otros temas de interés y máxima actualidad ofrecemos esta entrevista que hemos realizado al Arzobispo de Santiago, el recordado monseñor Julián Barrio.

Pregunta: Monseñor Barrio, ¿qué esperan de este Año Compostelano?

Respuesta: Lo que esperamos del Año Santo es transmitir esperanza. Para eso abrimos el día 30 de diciembre pasado la Puerta Santa de nuestra Catedral. Su apertura no permite únicamente que los peregrinos accedan a la basílica y lleguen a la tumba del Apóstol; sirve para comenzar un viaje que, desde la esperanza, nos conduzca al encuentro con Cristo.

Iniciar un Año Santo Jacobeo tan especial como este, cuando llevamos meses y meses navegando por aguas agitadas, turbulentas, se nos ha de presentar como una oportunidad para redescubrir la vitalidad de la fe y de la misión cristiana. El mar encrespado no puede dejar que perdamos de vista el objetivo esencial: la llamada a la conversión que nos ayude a renovarnos espiritualmente, para salir a calles y plazas a proclamar la buena noticia de la Resurrección. Aquellas palabras del papa Francisco en la Plaza de San Pedro en marzo pasado son muy aleccionadoras: “El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza”. Siempre tras la cruz está la Resurrección. Sólo Él, Cristo, es el eternamente necesario, el absoluto de nuestras vidas.

P: ¿Por qué se ha ampliado a dos años? ¿En alguna ocasión más a lo largo de la historia se había ampliado?

R: No, nunca había sucedido una ampliación. Es verdad que hubo dos años santos extraordinarios: el de 1885, concedido por la bula Deus Omnipotens para celebrar la verificación de las reliquias del Apóstol; y el de 1938, dado que por la Guerra Civil, en el Año Santo de 1937, la peregrinación había sido prácticamente imposible. Este de ahora es un único Año Santo prolongado hasta finales de 2022.

El por qué se ha ampliado lo explica muy bien el Decreto de la Penitenciaria Apostólica que leyó el Nuncio de Su Santidad, Bernardito Auza, al término de la Eucaristía de Apertura de la Puerta Santa: “Teniendo en cuenta la pandemia del Covid19, tratando de evitar aglomeraciones, prohibidas o no aconsejadas, buscando la gloria de Dios y del Apóstol Santiago, patrón celestial del Reino de España, y procurando el consuelo espiritual de los fieles”.

Habían sido muchos los peregrinos que habían mostrado su inquietud de no poder peregrinar en el Año Santo. Veían muy difícil el poder hacer la peregrinación por el Covid19 en 2021, tanto por los riesgos sanitarios como por las limitaciones de movilidad. Así es que nuestra Archidiócesis planteó al Papa ya en el mes de junio pasado la posibilidad de prolongar el Año Santo. Ha sido un don que nos ha concedido el papa Francisco.

P: ¿Qué novedades encontraran los peregrinos cuando lleguen a la Catedral Compostelana?

R: Cuando en diciembre pasado tuvimos un acto institucional para presentar las obras de restauración e iniciar de nuevo el culto público, se hizo evidente a todos que al contemplar nuestra Catedral se preguntaría “¿pero de dónde ha podido salir tanta belleza”.

Los peregrinos que lleguen a partir de ahora se van a encontrar con una basílica restaurada que sigue siendo como un pregón que narra la espiritualidad peregrinante a través de la ejemplar catequesis que es el arte, desde el románico al barroco. Nuestra Catedral es una obra llena de belleza, donde miles de personas han trabajado a lo largo de los siglos. Pero es, sobre todo, lugar de culto. La belleza no es un fin en sí mismo para el cristiano sino un medio para adorar la Verdad que es Cristo. Las naves de nuestra basílica son espacio para la acogida del peregrino que se acerca a la tumba de Santiago, buscando la reconciliación, la perdonanza y la recepción de la gracia de la indulgencia.

P: Sr. Arzobispo, ¿Las obras de la Seo están totalmente finalizadas?

R: No. Todavía hay trabajos que hacer. La restauración de toda la Catedral es una labor compleja. Se ha hecho un gran esfuerzo. Y proseguirán otras actuaciones para restaurar el claustro y las capillas que precisan mejoras.

Quedan meses por delante hasta que este proyecto quede finalizado. Sí me gustaría dejar aquí constancia del agradecimiento a todos los implicados en esta tarea: al Gobierno de España y de la Xunta de Galicia, a la Fundación Barrié, y a la Fundación Iberdrola; al equipo de gestión-administración de la Fundación Catedral que ha demostrado su capacitación y alto nivel de eficacia; a la Dirección Xeral de Patrimonio de la Consellería de Educación y Cultura y a todos y cada uno de sus técnicos, así como a los responsables de departamentos y servicios del Concello de Santiago; y a arquitectos, aparejadores, ingenieros, historiadores, arqueólogos, restauradores, herreros, canteros, carpinteros o especialistas en cuestiones ambientales que han trabajado día a día en jornadas intensas.

P: ¿Qué destacaría el Arzobispo del Pórtico de la Gloria, después de su restauración?

R: El Pórtico de la Gloria ha recuperado su policromía y en esa manifestación de sus colores primigenios se descubre también su vocación de muestrario de la fe: es un relato catequético en piedra que nos conduce a lo largo de la historia de la salvación.

El maestro Mateo fue un fino artista, un elegante forjador de figuras que buscaba llegar al peregrino con el entusiasmo de la fe. El Pórtico de la Gloria es como la biografía espiritual de todo aquel que busca la trascendencia: el principio y el fin es Cristo. La acogedora mirada del Apóstol debe seguir siendo invitación al  peregrino a llegar a la Jerusalén celeste. Esto nos lleva a hablar de esta Catedral como maestra, cuando explica la fe a través del Pórtico de la Gloria, como hospitalera cuando acoge al peregrino cansado, o como la guardiana que vela ante la tumba del Apóstol Santiago el Mayor.

P: D. Julián ¿Albergan la idea de que el Santo Padre Francisco visite España?

R: Invitado está… Lo esperamos y deseamos que venga por supuesto. Pero las circunstancias son las que son y habrá que seguir viendo cómo evoluciona la pandemia. Son muchos factores a considerar para que este deseo pueda hacerse efectivo, pero la esperanza la tenemos.

P: ¿El Camino de Santiago, es cada vez más un itinerario cultural europeo?

R: Que es un itinerario cultural europeo no hay ninguna duda. Pero que exclusivamente sea eso, no responde a la realidad del Camino. Desde el comienzo de mi pontificado he intentado abordar la cuestión jacobea a través de las diferentes cartas pastorales que he escrito sobre este tema, para tratar de evitar algunos riesgos.

El Camino de Santiago es ante todo un camino de fe aunque lógicamente tenga otras connotaciones. Pero si se diluye su razón de ser, pierde la identidad. Yo suelo decir que lo importante en la vida no es llegar primero, sino saber a dónde se va. He hablado de ello en muchas ocasiones: “si el Camino pierde su alma, se convierte en una realidad inerte”. En la preparación de este Año Santo 2021 hemos procurado especialmente cuidar la dimensión espiritual. No podemos perder el “alma jacobea”. Ciertamente Europa se hizo peregrinando a Santiago, y como muy bien dijo desde aquí el papa santo Juan Pablo II, debe volver a descubrir sus orígenes y sus raíces, porque si no lo hace estaría defraudando su propia historia y su entraña cristiana.

P: Sr. Arzobispo, el Camino de Santiago, ¿transforma en el aspecto espiritual a quien lo realiza?

R: Estoy convencido de ello. Si Dante decía en boca de Beatriz, “haz que desde aquí resuene la esperanza”, nuestra Iglesia diocesana puede referir también muchos testimonios de peregrinos que han encontrado sentido a sus vidas en el Camino de Santiago. Es, sin duda, un don. Y lo es también la propia actitud de búsqueda de quien se lanza a hacer la peregrinación a la tumba del Apóstol.

El Camino va dejando pistas para que, incluso los que transcurren por él sin la mochila de la fe, puedan descubrir que su alma anhela a Dios. De ahí el valor de la acogida y el acompañamiento. Mi experiencia personal así me lo indica: yo he recibido a personas creyentes y no creyentes y percibo que hacer la ruta jacobea es una experiencia de reafirmar la fe o de buscar sentido a la vida. El hombre está siempre en una actitud de búsqueda. Para los que llegan aquí en esa actitud de búsqueda, sin las certezas de la fe, la Plaza del Obradoiro se les ofrece como “pórtico de los gentiles” donde dialogar sobre las últimas o penúltimas preguntas que todos llevamos dentro.

P: ¿Algo más que añadir, D. Julián?

R: Con este Año Santo prolongado hasta 2022, la Iglesia ha estado atenta a los signos de estos tiempos, convulsos por la pandemia, por el dolor de tantas víctimas o por la crisis sanitaria y económica. Y ofrece todo lo que tiene: su tiempo y su acogida, su disponibilidad y su contribución a la esperanza social.

La Casa del Señor Santiago vuelve a ser el templo donde se reaviva el compromiso del creyente con el momento que le ha tocado vivir; la tumba del Apóstol es faro que ilumina la actividad haciendo de las manos de los hombres y mujeres de la Iglesia instrumentos concretos de solidaridad con el que más lo necesita. “Sal de tu tierra” es, el lema de la Carta Pastoral que hice pública hace algo más de un año para ir preparando este acontecimiento jubilar.

Meses después, tras ser zarandeados por el coronavirus, quise volver a animar a los peregrinos con otra carta: “La esperanza de peregrinar a Santiago de Compostela”, deseando que los peregrinos se convirtieran en signo e interrogante para cuantos les observaran a lo largo de la peregrinación y que pudieran vislumbrar que, si salieron de su tierra, fue para volver más comprometidos cristianamente a ella.

 

Fuente: Alfonso del Río Sánchez | astorgadigital.com