A falta de la Eucaristía en la festividad de la Epifanía del Señor, el próximo día 6 de enero, el arzobispo de Santiago ha completado en este tiempo de Navidad una densa agenda de actos litúrgicos y pastorales. El último de ellos fue la Misa de Año Nuevo, el 1 de enero, Jornada de la Paz, en la Catedral de Compostela, una jornada dedicada a la Madre de Dios. En su homilía, monseñor Julián Barrio, recordó que al comienzo del año recordamos a María como “figura y modelo de fe de la Iglesia, protagonista de la historia de la salvación como madre de Dios, mujer que dijo sí al proyecto divino”.

Monseñor Barrio se refirió también a los migrantes y refugiados, a quienes este año estaba dedicada especialmente la Jornada de la Paz, por deseo del papa Francisco. “Es preciso”, explicaba el arzobispo, “saber descubrir que estas personas traen consigo valentía, capacidad, energía y justas aspiraciones además de su propia cultura. Los puntos cardinales para orientarnos en esta situación son: acoger, proteger, promover e integrar”.

Del Año Nuevo, monseñor Barrio dijo que “lo recibimos de las manos de Dios como un “talento” precioso que hemos de hacer fructificar, y como una ocasión providencial para contribuir a realizar el reino de Dios”.

Tras celebrar la Misa de Gallo y la de Navidad en la Catedral, en días posteriores el arzobispo compostelano presidió la Eucaristía en las Religiosas de María Inmaculada, en Santiago, y en la parroquia de San Esteban de Noalla. Tuvo, además, un encuentro con el clero joven de la Archidiócesis y una reunión de trabajo con responsables y colaboradores de la Delegación de Medios de Comunicación Social. Y como todos los años, monseñor Barrio presidió la solemne celebración de la Traslación del Apóstol.

En días previos a la Navidad, el arzobispo había girado visitas al centro penitenciario de Teixeiro y a la planta de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago.