Mons. Barrio celebra los LX años de Manos Unidas

El arzobispo de Santiago, mons. Julián Barrio, presidió este domingo, en la iglesia conventual de los franciscanos, la eucaristía con motivo de los LX años de existencia de Manos Unidas. La ONG de la Iglesia celebró a lo largo de toda la semana su aniversario y el lanzamiento de su nueva campaña contra el hambre en los países empobrecidos, y que este año se va a centrar de un modo preferente en la promoción y defensa de los derechos de las mujeres.

En su homilía, el arzobispo recordó el nacimiento de Manos Unidas por la iniciativa de un grupo de mujeres de Acción Católica. Aquellas mujeres, dijo, “encontraron continuidad en las actuales voluntarias de Manos Unidas”. Agradeció “su trabajo, sus obras y su entrega para que los más necesitados entren en vuestras vidas, en la comunión generada por Cristo”.

Haciendo suyas las cifras de la institución de la Iglesia, afirmó que “el hambre es hoy una triste noticia. Más de 800 millones de personas sufren hambre y mil trescientos viven en situación de pobreza, siendo los protagonistas de esta realidad las mujeres y los niños”. Son imágenes, continuó el arzobispo, que nos hieren profundamente, sobre todo las imágenes del hambre y las que niegan la dignidad de la mujer. Ante esta dura realidad, mons. Barrio pidió que “abramos el corazón y la mente. Hemos de colaborar ante el reto de acabar con el hambre”. Aseguró que “hacer desaparecer el hambre en el mundo es posible y depende de nuestra fraternidad y nuestra solidaridad”. Y recordó que “el cristiano siempre tiene razones para la esperanza, por eso denunciamos lo que es injusto”.

De la lectura del pasaje evangélico de la llamada de los primeros discípulos (Lc 5, 1-11), extrajo la certeza de nuestra absoluta indignidad ante Dios. Pero esa indignidad “no puede ser un pretexto. Hemos de decir como Pedro, y como María: aquí estoy, mándame”.  Jesús le encargó a Pedro la misión de ser pescador de hombres. “Y esto sin miedo. El “no temas” se repite constantemente en la Sagrada Escritura. Y ante esto solo cabe obedecer en silencio”. Hemos de hacer como los apóstoles, que lo dejaron todo y siguieron a Jesús al instante.

Mons Barrio recordó que somos cooperadores de Dios. Algo que no debemos olvidar porque nos ayudará a comprometernos en una distribución más equitativa de los bienes y a promover una sociedad en la que cada uno sea acogido y amado”. Finalmente les recomendó a los voluntarios de Manos Unidas que no se limiten a cubrir las necesidades materiales. “Debéis daros a vosotros mismos para que vuestro trabajo sea fecundo y vaya construyendo una realidad cada vez más humana y más fraterna.