El pasado sábado 28 de septiembre, con motivo del Día Internacional de las Personas Sordas, el arzobispo de Santiago, mons. Francisco Prieto, presidió una emotiva Eucaristía en el Cottolengo. A la celebración asistieron una veintena de personas sordas, procedentes no solo de Santiago, sino también de Vimianzo, Ferrol y A Coruña, además de varios residentes de la institución.
La celebración, ambientada por la música de Jacobo y su guitarra, comenzó con unas palabras de bienvenida del Arzobispo, quien destacó el valor del “lenguaje del corazón”, afirmando que “cuando el oído no lo permite, es el corazón el que escucha”. Durante su homilía, Don Francisco invitó a los asistentes a “escuchar con el corazón” y a reconocer que, pese a las limitaciones humanas, cada persona es un don de Dios. En un tono cercano y reflexivo, abordó las metáforas del Evangelio sobre la mano, el pie y la mirada, llamando a la responsabilidad y la coherencia en el caminar cristiano.
Al término de la Eucaristía, los asistentes se tomaron una fotografía con el Arzobispo, y la Madre Silvia, superiora del Cottolengo, solicitó la bendición de un cuadro de Santa María del Silencio, patrona de las personas sordas. La imagen fue un regalo de las personas sordas para la comunidad.
Finalmente, las personas sordas expresaron su agradecimiento por la celebración y pidieron la posibilidad de contar con al menos tres Eucaristías al año en las que puedan entender plenamente el mensaje a través de la lengua de signos, haciendo una simpática alusión a su situación con el sacramento de la confesión: “menos mal que no tenemos pecados”.
La jornada dejó a todos los presentes con un profundo sentido de gratitud y comunidad, evidenciando que el verdadero entendimiento va más allá de las palabras.