“En esta Noche Santa percibimos la misericordia, la condescendencia y el amor de Dios con nosotros al acercarnos al portal de Belén con sencillez y con admiración para contemplar al Niño Dios con los ojos de nuestro corazón en el silencio de la noche. Adoremos a la Palabra hecha carne”. Así se expresaba el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, en su homilía de la Misa del Gallo. Una ceremonia que tuvo lugar en la Catedral compostelana, en la que estuvo acompañado por miembros del cabildo catedralicio, así como de un buen número de fieles que celebraron, en un ambiente de fiesta, con gozo y alegría, la solemnidad de la Natividad, es decir, del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Mons. Barrio destacó que a la luz de la Navidad entendemos la dignidad de la persona humana porque “Dios se ha hecho hombre y se ha convertido en una presencia familiar, sin la cual nadie podría entenderse y sucumbiría a la confusión”. Y añadió que “en Belén está el testimonio del amor de María, de la fidelidad de José, de la vigilancia de los pastores”.
En esa misma línea de esperanza, el arzobispo de Santiago indicó que “El hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con cada hombre. Hagamos nuestro corazón urbanizable donde el Señor construya su aposento”.
Don Julián terminó su homilía con estas palabras: “Como los pastores, pongámonos en camino. Percibamos la humildad de Dios. Así su alegría nos alcanzará, nuestra agitación se apaciguará, y su luz hará más luminoso el mundo. Este es mi deseo para todos vosotros, y para vuestros seres queridos. ¡Feliz Navidad a todos!”.