Monseñor Barrio llama a todos a “comportarnos humanitariamente” con los migrantes y refugiados

  • Carta Pastoral del arzobispo en la que pide no desentenderse de quienes viven “situaciones humanas verdaderamente dramáticas, difícilmente imaginables”

“El árbol de la pandemia del coronavirus que tanto nos está afectando, puede dificultarnos ver el espeso bosque de esta dura realidad de los migrantes y refugiados por causa de las guerras, el hambre y la intolerancia política, religiosa y cultural”. Así se expresa el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, en una Carta Pastoral escrita para la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados que se celebrará el próximo domingo día 27 de septiembre. En su texto, monseñor Barrio indica que “es posible que en el intento de esquivar la realidad, gastemos el tiempo y las energías en preguntarnos de quién es la culpa de que estas personas estén sufriendo esta situación inhumana”. Y hace un llamamiento a no desentendernos de aquellas personas que viven “situaciones humanas verdaderamente dramáticas, difícilmente imaginables”.

En la carta el arzobispo compostelano destaca la tarea de Cáritas en la atención a estas personas. “Agradezco”, resalta, “la labor de Caritas en el quehacer caritativo-social. La doctrina de la Iglesia nos orienta para trabajar en el objetivo de la armonía social, abriendo espacios de cooperación no sólo económica, sino también religiosa y cultural, si de verdad queremos lograr una convivencia justa y pacífica”. En este sentido, monseñor Barrio explica que en ocasiones buscamos “la causa en los demás para eludir nuestra propia responsabilidad. Se diría que, gustándonos tener el control sobre todo, nos sentimos impotentes y perdidos ante las desgracias que nos sobrevienen. Necesitamos poner rostro al sufrimiento. Deberíamos reflexionar acerca de nuestras reacciones viendo que tales realidades parecen cuestionar nuestras convicciones sólo cuando las vivimos de cerca, mientras que nos dejan relativamente tranquilos cuando suceden a miles de kilómetros de nuestro entorno”.

De ahí que el arzobispo invite a todos a “comportarnos humanitariamente con quien padece, no tanto a sentirnos como más seguros y menos amenazados si podemos descubrir que a nosotros no nos va a pasar. Formamos parte de la humanidad y nada que afecte a los demás nos puede ser ajeno. No hacer nada porque no podemos solucionarlo todo, no sería lo adecuado”. Tras recordar el reciente drama de Moria, en Grecia, monseñor Barrio manifiesta que “a veces se oyen apreciaciones sesgadas sobre los migrantes y refugiados, indicando que algunos de ellos forman guetos y que otros no se integran en la sociedad, ignorando la cultura del lugar que les ha recibido”.

Y se pregunta “¿cuál es la actitud de quienes nos decimos cristianos? ¿No es posible que nuestra indiferencia contribuya a que estas personas sientan como ajeno un pueblo cuya acogida no se identifica con la que promueve el Evangelio? Sólo un adecuado acompañamiento les llevará a encontrar la ayuda material que necesitan, junto con la paz, la sabiduría y la posibilidad de aportar lo mejor de ellos mismos a su nuevo entorno”.