- Carta del arzobispo para la Campaña de Manos Unidas que centra su atención en las consecuencias de la pandemia del coronavirus en las personas más vulnerables del planeta
En una Carta Pastoral con motivo del inicio de la Campaña de Manos Unidas contra el hambre, el arzobispo de Santiago indica que “no podemos mirar para otro lado ante las injusticias que degradan la dignidad de la persona humana. Son muchos millones de personas que pasan hambre, no tienen las condiciones de higiene necesarias, sin un techo, sin la posibilidad de ser formados y sin acceso al cuidado de la salud”. La campaña, comenta monseñor Barrio “nos pide contagiar la solidaridad para acabar con el hambre. Esto conlleva la renuncia personal para favorecer el bien colectivo”.
La campaña de Manos Unidas, una ONG de la Iglesia católica va a centrar su trabajo en denunciar las consecuencias que la pandemia del coronavirus está teniendo entre las personas más vulnerables del planeta y en promover la solidaridad entre los seres humanos como única forma de combatir la pandemia de la desigualdad, agravada por la crisis sanitaria mundial, que castiga con hambre y pobreza a cientos de millones de personas en el mundo.
A ello hace referencia en su carta el arzobispo compostelano: “Damos la impresión”, dice, “que esta dura realidad parece cuestionar nuestras convicciones sólo cuando la vivimos de cerca, mientras que nos dejan intelectualmente tranquilos cuando sucede a miles de kilómetros de nuestras sociedades modernas. Como si la fragilidad y la precariedad de la existencia fuesen circunstancias que damos por descontadas en los países “pobres”, pero retan a nuestras creencias cuando nos afectan a los países “ricos”.
De ahí que monseñor Barrio reclame una solidaridad activa y una corresponsabilidad de todos, en la línea marcada por la Doctrina Social de la Iglesia y por la última encíclica del papa Francisco, “Fratelli Tutti”. “Nuestra corresponsabilidad”, recuerda el arzobispo, “encuentra cauce de actuación a través de la caridad social. Esta “nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une”, indica en alusión a lo dicho por el papa en su encíclica.
El arzobispo señala, además, que “en medio de tantas precauciones para evitar los contagios de la pandemia del coronavirus, la campaña de Manos Unidas nos pide contagiar la solidaridad para acabar con el hambre. Esto conlleva la renuncia personal para favorecer el bien colectivo”.