Monseñor Barrio preside la celebración de San Juan de Ávila recordando el valor inmenso del sacerdocio

  • El arzobispo reúne en la Catedral a su presbiterio en una ceremonia en la que se honró a quienes han cumplido 25, 50 y 60 años como sacerdotes

“Con cordial agradecimiento os felicito fraternalmente a vosotros, queridos sacerdotes, que celebráis las Bodas de Diamante, Oro y Plata sacerdotales”. Con estas palabras iniciaba hoy el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, su homilía en la Eucaristía celebrada en la Catedral compostelana para honrar a San Juan de Ávila, patrono del clero secular. “Son años de sacerdocio en los que se va experimentando que el Señor enriquece la pobreza y fortalece la fragilidad. Y en esta conciencia, al tratar de  mantener nuestra fidelidad, percibimos la gran desproporción entre el don que hemos recibido y nuestra condición humana”, comentó el arzobispo. Al término de la ceremonia litúrgica se hizo entrega a los presbíteros que festejaban años de ordenación sacerdotal de un recuerdo homenaje. Entre ellos estaba el propio arzobispo, monseñor Barrio, quien cumple cincuenta años como sacerdote

Fueron numerosos los sacerdotes que participaron hoy en la Catedral en la Santa Misa para conmemorar la fiesta de San Juan de Ávila. Esta tradicional cita es uno de los momentos fuertes de expresión de la comunión del arzobispo con su presbiterio. En la Eucaristía estaba también presente el obispo auxiliar, monseñor Francisco José Prieto, quien esta semana había dirigido una tanda de Ejercicios Espirituales a los sacerdotes diocesanos. Al terminar la Eucaristía se homenajeó a quienes cumplieron 25, 50 y 60 años de ordenación en el año 2020 (ya que el año pasado por la pandemia no hubo celebración) y a quienes los cumplen en este 2021.

En su homilía, el arzobispo había indicado que “en esta festividad, queridos sacerdotes, redescubrimos con nuevo acento la bondad, la belleza y la grandeza del sacerdocio en el que hemos entrado a través del sacramento”. Monseñor Barrio recordó que “así lo vivió San Juan de Ávila. Es “el ejemplo realizado de un sacerdote santo que ha encontrado la fuente de su espiritualidad en el ejercicio de su ministerio, configurado con Cristo Sacerdote y Pastor”.

El arzobispo añadió, además, que “o ministerio comprométenos de modo total. Non cesamos de experimentar asombro e agradecemento pola gratitude con que o Señor nos escolleu, pola confianza que deposita en nós e polo perdón que nunca nos nega”. Y pidió a los fieles presentes en la celebración que fueran conscientes “do gran don que os sacerdotes son para a Igrexa e para o mundo; a través do seu ministerio, o Señor segue a salvar aos homes, a facerse presente, a santificar. Sabede agradecer a Deus, e sobre todo sede próximos aos vosos sacerdotes coa oración e co apoio, especialmente nas dificultades, para que sexan cada vez máis Pastores segundo o corazón de Deus”.