En su Carta Pastoral con motivo de la Campaña de Manos Unidas contra el hambre, el arzobispo de Santiago de Compostela recuerda que “hemos de construir la historia verdaderamente humana a través de la solidaridad y la fraternidad”. Y añade que “el mes de febrero nos recuerda a través de Manos Unidas que son muchas las personas que incomprensiblemente pasan hambre en nuestro mundo”.
La campaña de Manos Unidas, una ONG de la Iglesia católica centra su trabajo en denunciar las consecuencias que la pandemia del coronavirus está teniendo entre las personas más vulnerables del planeta, pero no solo en cuanto a salud se refiere, sino en algo más grave: el aumento de la desigualdad y del número de personas que pasan hambre en el mundo. Por este motivo, la tarea que Manos Unidas se plantea para la Campaña de 2022, con el lema “Nuestra indiferencia los condena al olvido”, es evitar que el muro de la indiferencia y la desigualdad condenen al olvido a más de mil millones de personas empobrecidas y hambrientas.
A ello hace referencia en su carta el mons. Julián Barrio: “Hemos de mirar atentamente la realidad que nos toca vivir, superando la indiferencia que siempre la desdibuja y la coloca en el trastero de lo viejo. Nuestra preocupación pastoral debe ser transformarla con creatividad, escuchando, viendo y actuando”.
En este sentido, el arzobispo indica que “no estamos llamados a servir ideologías sino a personas. Nada que afecte a los demás nos puede ser ajeno. Ante los dramas de las personas y de sus miserias, la respuesta es vivir la fraternidad, la solidaridad y la amistad con los más desfavorecidos. Está prohibida la indiferencia”.
Finalmente, mons. Barrio invita a todos los diocesanos a ser portadores de esperanzas: “En medio de tantas precauciones para evitar los contagios de la pandemia del coronavirus, la campaña de Manos Unidas nos pide contagiar la solidaridad para acabar con el hambre. Esto conlleva la renuncia personal para favorecer el bien colectivo”.