El conjunto monástico de San Martín Pinario, es en la actualidad un edificio de 20.000 m2, se considera como el segundo edificio religioso más grande de España después de El Escorial. Está enclavado en pleno centro de Santiago, en la conocida zona histórica de la ciudad, justo al lado de la Catedral, en frente de la fachada catedralicia de Azabachería. Esta monumental edificación, desde sus orígenes estuvo vinculada al culto al Apóstol Santiago, desde la época del Obispo Sisnando I (880-920). Uno de los cometidos fundamentales de comunidad benedictina que residía en San Martin Pinario, era  la custodia del sepulcro del Apóstol, misión que compartía con las congregaciones monásticas de San Paio de Antealtares y San Fiz de Solovio.

Las primeras pruebas documentales de la existencia del antiguo monasterio de San Martín se remontan a los inicios del siglo  X. Los privilegios del rey Ordoño (912) y del Obispo Sisnando I (913), certifican algunas de las primeras donaciones concedidas a los monjes benedictinos, como la casa de los hermanos Besutro, actual emplazamiento de la Iglesia, entre otras donaciones. Además, a través de estos documentos se les confirma la posesión de la Iglesia de Santa María de la Corticela, actual capilla de la Catedral Compostelana y que funciona como parroquia de los extranjeros.

El progresivo crecimiento de la comunidad monástica obliga ya en el siglo XI, a plantearse una edificación mayor que los albergase. El nuevo templo de estilo románico comienza a construirse en 1050 por decisión del Abad Adulfo y su sucesor Leovigildo rematará las obras en 1.112, año en que la iglesia es consagrada por el Obispo Compostelano Don Diego Gelmírez y por el obispo de Ourense Don Diego, proceso que queda recogido en el privilegio otorgado por Gelmírez al monasterio en 1.115, documento que también registra nuevas posesiones del cenobio y entre los firmantes aparece la propia reina Doña Urraca.

Tanto la Iglesia como el resto de las edificaciones del propio monasterio sobrevivieron hasta el siglo XVI, época en la que la floreciente situación económica derivada de la buena administración de los bienes de la comunidad, propició una reedificación que dio lugar al conjunto arquitectónico existente en la actualidad, considerado como de los edificios históricos-artísticos más grandiosos de España.

Las propiedades del Monasterio irán en aumento durante toda la Edad Media, bien por adquisiciones, bien por donaciones, paralelamente a este enriquecimiento, se irá abandonando el sostenimiento de la Corticela, lo que sucederá, no sin ciertas tensiones con el Cabildo Catedralicio. El monasterio de San Martín Pinario tampoco escapará a la decadencia que se vive en la vida monacal gallega en la baja edad media, situación que se agravará en el siglo XV por la presencia de los abades comendatarios, que eran nombrados por los monarcas. El ultimo abad comendatario fue el Obispo de Tui, Diego de Muros I, que ejerció el cargo hasta la implantación de la reforma de las ordenes regulares decretada por los Reyes Católicos en 1.493.

Esta eficaz intervención de los soberanos en la política religiosa de su tiempo determinó la desaparición de los abades comendatarios y la supeditación de los monasterios a una comunidad superior, en el caso de San Martín Pinario quedó definitivamente vinculado a la Congregación de San Benito de Valladolid  en el año 1.498, con la cual se inicia una etapa de recuperación que alcanzará su apogeo en los siglos XVII y XVIII.

Estos años serán de gran esplendor para el monasterio,  el cual está acompañado de una inmejorable situación económica, sobre todo, gracias a las rentas, derechos de presentación y extensas zonas de señorío. Su dominio territorial se extendería a las cuatro provincias gallegas, llegando incluso hasta la provincia de León. Sin embargo, tras este gran auge, vino la caída. Las consecutivas desamortizaciones, y en especial la de Mendizábal de 1.835, supusieron la exclaustración de los monjes benedictinos, lo que supuso un progresivo deterioro de las instalaciones.

A lo largo del segundo tercio del siglo XIX, las dependencias monásticas se convirtieron, por ejemplo, en viviendas militares, juzgados de primera instancia y sede del cuartel de Guadalajara. Habrá que esperar hasta 1868, año en la cual se traslada el Seminario Conciliar desde su ubicación original, el Colegio de San Clemente –el actual Rosalía de Castro-, al edificio del Monasterio. En la actualidad, el edificio además de ser sede del Seminario Mayor de la Archidiócesis de Santiago de Compostela y, por tanto, casa de formación del futuro clero compostelano, alberga otras instituciones, entidades y actividades.